DE MÉXICO PARA EL INFINITO Y MÁS ALLÁ

¡¡¡ HOLA MUNDO !!!

viernes, 28 de octubre de 2016

De cuando le hablas al más, más allá



Ayer descubrí que al más allá, si se le invoca, te responde….Y les voy a decir porqué…

Desde que me dijeron que este cuerpecito saleroso mío se estaba degenerando producto de la edad, los malos hábitos, etc., y que con suma prontitud debía atender el caso para evitar quedar toda encorvada, mas chiquita de lo que estoy, o padeciendo dolores que a nadie deseo, me activé con la alimentación y el ejercicio. 

La alimentación, preocupándome por ingerir mis sagrados alimentos tres veces al día, incluyendo frutas y verduras y dejando todo aquello que, bien sabemos, a todos nos afectan.

El ejercicio, de perdida caminando media hora diaria, primero despacio y luego rapidito para fortalecer los huesos atrofiados y recubiertos por kilos y más kilos de la bendita grasa que no sale ni con sosa cáustica, y la carne sobre carne, que no se baja ni con lija. 

Pues bien, para hacer mis 30 o 40 minutos de caminata y ejercicios que encontré en internet comencé a usar el teléfono para poner música, o algún documental, o serie o película, pero es incomodo mirar hacia abajo cuando una siempre debe tener la cabeza arriba, no solo por dignidad sino para que la papada no se marque pues. 

Y bueno, a falta de tele para el área recién nombrada, “gimnasio del hogar”, me acordé de la computadora, establecí el Dish móvil y comencé a desempolvar las películas que a lo largo de horas de soledad me compré pal desaburrimiento y la colección. 

Pero oh, el sonido de la compu es deficiente, por lo que opté por buscar bocinas, pero qué tragedia, qué absoluta complicación para encontrar el bendito palo que encajara en el hoyo de esta… es decir, el conector de las bocinas que quedó flojo en el dispositivo. 

Pues bueno, para qué está Office Depot sino pa darte variedad, aire acondicionado y ese equipo bendito.

Fui un día, compré unas chicas, llego a casa dispuesta a conectarlas y comenzar a ejercitarme y ¡¡¡tracas!!!, el palo no encajó en el hoyo… al día siguiente las fui a cambiar y tras hacer pruebas en compus del negocio dije “estas son”. 

Llego a casa entusiasmada porque por fin escucharía bien, y tómala de nuevo el palo no encaja en el hoyo… me frustré… me enojé, me reproché, porque a parte estas benditas bocinas costaron 90 pesos más, que igual dirán no es mucho, pero sumado a mi dignidad destruida, costaron mucho, pero mucho más.

De pronto recordé que en uno de aquellos momentos míos cuando en Culiacán iba de oficina en oficina pidiendo regalos, porque tenía la necesidad de que alguien me diera algo, enfadé a El Chester, el estúpido animal, (era Roberto Pompa mi compañero de cabina y que un 13 de octubre se fue más allá de donde los ojos pueden ver) me dijo: “como enfadas Almita, ten, ten”, y me dio un conector, así como un palito con un hoyo arriba, “de algo te servirá”, me comentó.

No entendí el regalo, pero lo guardé y así lo tuve todos estos años, en una de las cajas de recuerdos importantes.

Pensé que quizá ese me podría servir y más que inmediatamente me puse a buscarlo… no encontraba esa caja, porque tengo varias, hasta que me enfadé, me harté y dije con mi voz tan chillona, necesitada de respuestas y en tono imperativo: “Ayúdame Chester no seas cabrón”, y al terminar la frase mis ojos se posaron en el cajón de un escritorio. Me fui a él, lo abrí y ¡¡¡ oh sorpresa, ahí estaba el “chirrión”.

Me fui al cuarto donde tenía la compu y las bocinas, tomé el cable, metí el palo en el hoyo, emboné el palo de las bocinas, así descaradamente que hasta parece porno, y ¡¡¡tómala!!! un sonido estereofónico que se escucha desde arriba hasta el patio de atrás.

El estúpido animal estaba ahí, no solo mi padre santo, ni Manuel Inzunza renegado, también el estúpido animal!!!

No cabe duda… si llamas al más allá, éste se manifiesta de la forma más noble, más sutil, más amorosa.

Hoy por hoy solo puedo agradecer la vida de mis seres que se encuentran en un mundo superior, de los regalos forzados, de las cosas que pensé nunca me servirían, de las necesidades que nos hacen llamar a la memoria, a la alegría y al bienestar.

Mis ejercicios son especialmente agradables.

Amén por ellos, por los que estamos y los que vienen.

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