Recuerdo cuando naciste… precisamente el día y a hora
que te conocí.
No se si serían los celos (la verdad no muchos,
estaba encantada con tener una hermana pequeña) pero te vi tan feita, peluda,
roja, hinchada.
Ya a los días cuando vi que te estabas componiendo,
cuando abriste tus ojitos como perrito recién nacido, me pareciste hermosa. Qué
ojos tan grandes y negros, que expresivos, que brillantes, ¡que vivos!
Cuando comenzaste a balbucear, a sacar tus
carcajaditas de bebé, cuando tus gracias eran las que nos iluminaban los días, fue
asombroso. ¡Tu nos levantaste! Algo debió inyectar nuestro padre en ti para que
tras su partida tú fueras quien alegrara nuestros días y nos diera un motivo
para seguir caminado.
Que añoranza… que aprendizaje llegó contigo el día de
tu nacimiento.
Ese día comprendí el inicio y el fin de los ciclos de
la vida… tu nacías y el gueymarán (el perro que teníamos) se despedía, algo le
pasó en la traquea con un jalón y se le quebró y zaz se fue al reino de los
cielos.
A partir de ese 16 de octubre todo ha sido un
constante aprendizaje contigo. También ha sido de revivir mis historias, mis
recuerdos y avivar la esperanza a través de tus hijos que bien sabes los quiero
como si yo los hubiera parido.
También gracias a ti descubrí porqué soy la
consentida y es que sabes, ¡no creo que exista en este mundo alguien que ame
más a sus hermanos como yo!, la vida es recíproca y como yo los amo a todos
ustedes todos ustedes me aman a mi, y por eso soy la conse.
Gracias por llegar 10 años después, por ser quien
eres, como eres, un poco testaruda quizá, pero el alma más bella que he
conocido en toda mi vida.
Te amo mi princesa bella, con todo mi corazón.
¡¡Feliz cumpleaños hermana!!
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