Una vez más me equivoque… ni son mis historias las mas cruentas, ni lo que me pasa lo más peligroso…
Sí, maximicé mi encuentro con las balas a metros, cuadras o quizás kilómetros de distancia… verdaderamente no estuve en el refuego, entre las balas y entre los que he denominado los “malos”.Mi encuentro con las balas no fue nada comparado con la situación que vivieron decenas de personas en Mazatlán, quienes nunca imaginaron que su visita al centro comercial y al restaurante, en donde pasarían un sano y familiar sábado, se convertiría en un verdadero infierno, tras ser prácticamente secuestrados por un grupo armado...
Mi encuentro con las balas tampoco fue nada comparado con lo que vivieron en Guamúchil, en donde 8 personas, entre ellas 3 menores de edad, cayeron en una batalla de la que no eran parte... les tocó por mera casualidad o confusión de los sicarios.
Tampoco mi encuentro fue nada comparado con el amanecer de decenas de familias este lunes en Culiacán... donde granadas, bazucas, armas de alto poder, hicieron suyo el espacio y el silencio matutino, para convertirlo en un infierno de metrallas, que mantuvo y mantiene en pánico a quienes cerca de ahí viven.
Varias personas inocentes perdieron la vida este fin de semana, esta nueva no inicia del todo diferente.... la ola de violencia cada día aumenta más, y cada vez con mayor crueldad...hoy si tengo miedo... no lo puedo negar... pero sigo con la firme idea de que ésta no detendrá mi vida...
Ellos si que vieron la muerte muy de cerca… ellos si que tuvieron las balas apuntando directo a su cabeza….Quien está seguro y en donde??? Deberé convertirme en topo, hacer mi madriguera bajo tierra y proveerme de alimento suficiente para no morir en la víspera… u obligándome a ser fuerte y no dejarme vencer, seguiré mi camino a costa de mi propia seguridad… tan solo rogando no ser la próxima en caer en manos de los sicarios, o que sean mis seres queridos.
Ni yo ni miles de personas tenemos nada que ver en su lucha de poderes… nada tenemos que ver con sus fines perversos… no queremos poseer la tierra para convertirla en siembra de droga… no queremos el territorio para ganar poderío… solo queremos vivir en paz… no despertar súbitamente con el sonido de sus armas ni con su adrenalina dispersa por doquier…
Si la tranquilidad se comprara ya estuviera escasa…. En donde proveernos de ella entonces…. Eso de apechugar y soportar estoicamente no funciona en este momento, en el que desesperadamente rogamos que un milagro suceda y este ambiente de muerte, sangre y temor desaparezca.
Dios nos cuide…. Porque aquí, aquí no hay quien.
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